domingo, 5 de junio de 2016

Me before you (Antes de ti), de Thea Sharrock

                 
                 Hace más de cuatro años que no escribo. No me preguntéis cómo ha ocurrido esto mis queridos lectores, pues ni yo misma puedo explicarlo. Voy a echarle la culpa al tiempo que pasa como un suspiro, ya que me cuesta reconocer que he dejado de hacer lo que más me gustaba en esta vida por falta de ilusión…me refiero a dibujar con el alma…a hacer garabatos con las letras (pues siempre encuentro mis textos imperfectos) a decir simple y llanamente lo que siento…cómo he echado de menos escribir.

Últimamente cuando voy al cine no leo absolutamente nada acerca de la película que voy a ver, de hecho, a veces cierro los ojos en la pre-fase de cinta cuando proyectan los trailers, pues me molesta cómo destrozan las películas, sólo hace falta que nos digan: “Y el asesino es….” o “Y al final ella muere”. Y qué decir de las críticas de prensa, ¿Es que están todos los críticos amargados o sumidos en una depresión?, ¿Hay alguien que tenga algo bueno que decir? O quizás debo ser de otro planeta pues generalmente pienso y siento completamente lo opuesto a los “expertos”, y cuando salgo del cine…siempre digo lo mismo: “Pero si esta peli está muy bien ¿no?, me ha encantado ¿no?...vamos…que ya dudo hasta de mi misma y de mi criterio cinematográfico. En definitiva…consejo de usar y tirar….o de usar y usar para quien quiera…intentad no ver trailers o leer los rollos macabeos de los críticos hasta después de ver la película…pues la experiencia os resultará muchísimo más interesante…y recordaréis una cosa que estoy segura más de uno lleva tiempo sin sentir…la magia de la espontaneidad.

Para románticos empedernidos o corazones de acero. Esta cinta va de amor, sí. Chico quiere chica. Chica lucha por amor. Hasta ahí todo bien, vamos, lo de siempre. Pero desde anoche, al salir del cine, me siento distinta por otro motivo que todavía me cuesta explicar. Me before you os cambiará, os lo prometo, os lo aseguro, os lo digo hoy y lo sentiréis pronto. Nacemos con unas expectativas, con una presión a ser orgullo de nuestros padres, de nuestros amigos, a hacerlo todo perfecto, sin margen de error, sin equivocarnos, pues esta sociedad nos exige mucho y de qué manera. Crecemos luchando por una idea, por un proyecto, muchos lo consiguen…otros nos quedamos en el camino (pero no por ello menos felices, simplemente más frustrados, en constante estado de sueño y búsqueda, sueño y búsqueda, sueño y búsqueda…), y otros cuantos… logran amar su vida desde el minuto que se despiertan hasta el último pensamiento consciente de la noche. Pero el destino es imprevisible, un instante puede cambiar absolutamente todo por completo, y aunque estas frases nos las sabemos de memoria, sólo entendemos su significado cuando las vivimos.

Me before you llega en un momento en vida que ansío, hacía tiempo que no me sumergía desde mi butaca, Louisa me ha hecho abrir los ojos que tenía cerrados, me ha acariciado el alma que tenía dormida, me ha iluminado el camino que tenía apagado. Ella me ha recordado que guiarse por el corazón es pertenecer al grupo de los buenos, y que a veces es mejor aprovechar las oportunidades que nos presenta la vida por muy dispares que parezcan, si tienes fe en ello. Que lo correcto o lo incorrecto es muy difícil de diferenciar, y que la pasión, la fortaleza y querer hasta que te duela es amar sin límites…y yo prefiero equivocarme y sentir, que divagar por este mundo con la garantía de que mis pies pisan terreno seguro pues a mi entender eso no es vivir, sólo flotar. Lou arriesga sin ser consciente de su valentía, y es hermosa por su mirada azul y penetrante, pero sobre todo por sus ojos de profunda bondad y entrega. Es bella por su sonrisa, pero no por su afán de reír, sino porque sonríe con naturalidad a cada instante, dando lo mejor de ella misma sin apenas darse cuenta de la felicidad que transmite. Ella es puro color, es como un bote de lapiceros de colores recién afilados donde todos te parecen preciosos y no sabes cuál escoger, un abanico de emociones, un arcoíris de alegría y, convirtiéndose en una persona nueva que sólo desea crecer y crecer a su lado. Louisa es un ejemplo a seguir, y como mencionaba al inicio de este escrito, ella grita y emana espontaneidad cada segundo, y persevera hasta ser una marioneta más de Cupido, incapaz, incapaz, incapaz…de volver a ser quien era, pues el AMOR te cambia por completo, y de qué manera…

Con Will estoy enfadada. Me queda muy poco para hacer las paces con él. Al principio me costó entenderle, de hecho no quería ver la realidad, pero es tan difícil comprender a los demás. Me before you me ha conquistado por algo que en estos tiempos y cada vez más…brilla por su ausencia…y es la Empatía. Louisa llega a conocer el significado de esta palabra a la perfección, de hecho creo que a lo largo de la cinta ni ella misma se da cuenta de lo comprensiva que es…pues las personas sencillas son capaces de ver siempre más allá, es como si tuvieran una solución antes de detectar un problema, como sin con ellos…el mundo fuera siempre perfecto, siendo capaces de ver en los demás…lo que ni uno mismo es capaz de ver…es por eso que para Will la vida se convierte en fácil por un instante, en lo que fue antes de Lou, en lo que era su verdadera vida. Ambos aprenderán que con un roce de labios puedes sentir lo que no has sentido en toda tu vida si la otra persona es la correcta. Muchos os preguntaréis cómo se sabe quién es tu verdadera mitad, y Will os lo explicará con muy pocas palabras: “Eres la única razón por la que quiero despertarme cada mañana”.

Me before you es un exhibición de primeros planos, de luz reposada y tranquila a la vez que natural y limpia, pura, sin filtros…sus miradas cobran fuerza por segundos, Will actúa siempre desde sus ojos, su boquita cerrada pero a veces despierta y amable, atraído por la magia de Louisa. No me puedo olvidar de la expresividad de la protagonista que es capaz de hablar a la cámara con un caída de ojos o un simple y divertido movimiento de cejas…a la vez que sus andares disparatados y relajados hacen de Lou una chica graciosa que no puedes dejar de mirar, pues enamora al objetivo con cada pequeño gesto y la dulzura y fuerza de su voz (no puedo dejar de defender la importancia de la versión original, pues la esencia de una película puede cambiar por completo con un doblaje exagerado o poco acertado). La música mis queridos cinéfilos es realmente hermosa y conmovedora, muy bien escogida e insertada, son de esas bandas sonoras que no solamente acompañan sino que te hacen consciente de que la escena que estas contemplando no sería igual sin ella.

Pronto llegará a España, así que no dejéis de verla. Si queréis una cinta que os mueva emociones apagadas, que apueste por el romanticismo olvidado, que os enseñe a poneros en el lugar del otro sin juzgar u opinar,  y os hable sobre la importancia del amor y la familia…entonces ésta es vuestra película, una cinta sencilla, de las de toda la vida pero con un mensaje muy especial…Y es que merece la pena vivir la vida aunque sea un instante…si es para sentir lo que sienten Louisa y Will…un amor que no conoce los límites y donde el egoísmo no tiene cabida…pues todo, todo, todo, se hace, se dice, se habla, se vive…por AMOR. No dejéis de buscar a esa persona que os haga despertar cada mañana y sentir que existe la FELICIDAD.

Marta Edo Lorrio
                

miércoles, 29 de febrero de 2012

Young Adult, de Jason Reitman



Dicen que no maduran los que no se centran, los que no viven acorde a una pautas sociales, encontrar a alguien, dejar las fiestas, enamorarte, más adelante casarte, construir tu hogar, tener hijos, ampliar tu casa, cambiar de coche...

Dicen que no es feliz el que no ama, el que deambula, el que no quiere quitarse la venda de los ojos, el que se levanta cada día arrepintiéndose de su ayer y envidiando el hoy de los que entonces eran sus más preciados amigos y amantes.

Se dicen tantas cosas acerca de la madurez que tal debate no tendría tremendo hueco en este mini mundo cinéfilo que he creado, en éste que también es vuestro espacio, vuestro lugar de sensaciones.

Si algo he aprendido con Young Adult es que no es mayor aquel que crece y envejece sino el que vive acorde a su corazón. Cuando algo falla en él, está claro que algún tropiezo habrá cada día en nuestro camino. Aquellos que se ahogan en lágrimas de alcohol, que su resaca es aquello que quisieron pero nunca pudieron tener, que su amargura desaparece con la indiferencia hacia los que le amaron, aquellos...que hace tiempo sepultaron la idea de quererse a si mismos...todas esas personas...forman parte del papel protagonista que engrandece Charlize Theron.

No puedes destruir la felicidad de aquella persona a la que no supiste decirle te quiero en voz alta, volver quince años atrás y creer que por tu belleza exterior, inalterable, tienes el don de sacar a flote la belleza interior que tal vez nunca encontraste o probablemente...nadie supo ver. Hay millones de personas en el mundo que piensan que la madurez es asentar la cabeza, pero para mí...queridos lectores...la verdadera educación mental comienza por el alma y después por el corazón...no puedes querer a nadie si no empiezas por quererte a ti mismo cada día, como decía aquella frase tan preciosa, peinando y arreglando cada mañana tu corazón...en vez de mirarnos tanto los unos a los otros por fuera...observarnos desde el interior sería la clave...parece tan fácil, pero os aseguro que para muchísimos seres, que corretean a diario en su burbuja, es algo muy complicado. Tan tan complicado, que su mundo explota porque lo han creado muy muy pequeñito, y no han dejado hueco para nadie más, sólo para ellos mismos, y lo más curioso es que se sienten rebosantes por su éxito efímero, cuando ciertamente están completamente vacíos....


No quiero desvelaros la película, ni diseccionarla, ni tan siquiera realizar un análisis o una breve sinopsis...pero sí quiero deciros que la protagonista enamora no precisamente por su forma de ser, sino porque es humana, porque en algún momento del film nos vemos reflejados en su desamparo, en su pérdida, y porque comete errores, y yo adoro a la gente imperfecta, porque es la que nos hace aprender y ser mejores personas. La cinta nos abre una puerta inmensa a las emociones más básicas, esas que acompañan y tejen la soledad, o que a menudo nos recuerdan que nuestra vida debe cambiar, y como decía el fallecido fundador de Apple...si después de diez días mirándote al espejo no te gusta lo que ves, debes cambiar algo, ya que es la antesala de un futuro poco prometedor.

Nuestra protagonista -torbellino de expresividad y sensaciones- se refugia en el alcohol, en explotar su feminidad y en mostrar una fachada de poder que aplaste imaginablemente a cualquiera que se le ponga por delante, cuando en realidad...su melancolía se mueve como un pez sin cola por los bajos fondos. No puedes querer a un amor del pasado, pues si te hubiera importado, habrías antepuesto la dichosa meta que tiene todo ser viviente de comerse el mundo, pues generalmente, el mundo te acaba comiendo a ti.Y habrías valorado que las cosas más pequeñas, los hogares más sencillos, y en definitiva los superfluo ha podido con una vida repleta de amor.

Recomiendo esta película por su crudeza, y su elegante narrativa visual...a algunos les puede parecer fría, triste e incluso producir rechazo, pero por eso precisamente para mí es tan perfecta, por su naturalismo a la hora de narrar la vida misma, de escoger unos escenarios y unos rostros tan acertados, por pintar un retrato de la hipocresía social que cada vez domina mas nuestro mundo...y por no tener miedo a esos primerísimos primer planos de una estrella, una diosa, que se muestra como una mujer más, lo único que le ocurre es que es bonita, guapa, bella...pongámosle el calificativo que queráis...pero cuando tienes 35 o 40 años, la juventud y felicidad de aquella época de instituto o facultad no se van a introducir en tu calendario para ayudarte a esbozar una sonrisa sincera, sino que hay que aceptar que el el tiempo pasa, los momentos transcurren, las oportunidades se pierden, y nuestros sueños pueden truncarse y junto a ellos darte cuenta que has perdido al amor de tu vida...ése que podría haber sido tu compañero de viaje, aunque seguramente no hubieras dado más vueltas que las que se pueden dar en una viejo coche a un humilde pueblo...Pero ahí reside la cuestión del film, se establece una balanza de sueños, objetivos y metas tan lícitas como el deseo de no tener ambición, el problema surge cuando ambos entran en conflicto...y todo sería posible...si ella hubiera sabido olvidar, si comprendiera que la fama o el éxito es como nuestro ánimo, unas veces arriba...otras abajo...sólo hay que tener a alguien a nuestro lado para que nos cuide, nos proteja, nos apoye o nos regañe...pero alguien...Pues bien...nos llamaría la atención la cantidad de personas que se sienten solas cada día sin reconocerlo, que se divorciaron de la confianza hace mucho tiempo, y que se han creado un escenario ficticio...tan irreal...que ni siquiera puede llamarse vida. Me gustaría que vierais esta cinta no porque vaya a pareceros una historia increíble, apasionante o repleta de intriga...sino para que por favor nadie acabe siendo un cero a la izquierda cuando para toda su familia, amigos y hasta exparejas...hubieran deseado que se convirtiera en unos buenos días, un qué tal, un te quiero, un aquí estoy para lo que necesites...

Creo que no hay peor depresión que aquella que no se quiere reconocer, pues jamás serás dueño o dueña de tus problemas y podrás cortarlos de raíz, y de esta manera poder salir, que nazcan nuevos conflictos pero que esta vez tengas ramas u hombros en los que apoyarte.

Hay una cita anónima que dice La madurez es aquella edad en que uno ya no se deja engañar por sí mismo y creo que con tal frase poco puedo añadir a mi ensayo, si me gustaría hacer un símil con una de mis películas favoritas y desconocidas por el público llamada Una canción del pasado, en ella Scarlett Johansson con un papel con tintes trágicos, y embarcada en un viaje a la soledad, explica con nueve palabras lo que resumiría la temática de Young Adult en su totalidad...QUIERO SER FELIZ...PERO LA VIDA NO ME DEJA.

Concluyo mis amados cinéfilos, ser buenos, encontrar siempre vuestros caminos y os regalo un proverbio que me cedieron hace unas semanas...El mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años. El segundo mejor momento es ahora.

Yo sólo os puedo decir lo que pienso y es que NUNCA es tarde para reír, para llorar, para gritar o para hacer...pero para callar y no ser valientes tienes toda una eternidad. Y como dice Garci...al que no puedo evitar mencionar...quizás...para entonces...ya sea demasiado tarde para ver la película desde ahí arriba, desde una butaca más...

Ahora tenemos la oportunidad de escribir nuestro propio guión, y sería perfecto si estuviera repleto de personas maravillosas...de esas que siempre te dirán la verdad...de esas que jamás olvidas...esas que tanto nos pueden enseñar...

Marta Edo Lorrio


martes, 16 de agosto de 2011

Recuérdame, de Allen Coulter



Recuérdame…que no olvide jamás decirte que te quiero…aunque sea con un lapicero que dibuja mis mejores palabras en un viejo y arrugado cuaderno. Recuérdame… que no olvide jamás decirte que te quiero…aunque tan sólo me haga falta mirarte un segundo para que entiendas lo que es no entender nada, y dejarse llevar por amarte. Recuérdame…que no olvide jamás decirte que te quiero…ya seas mi hermano, mi princesa, mi madre, mi pequeña…mi padre…papá…me lleno de furia porque me nublas cada neurona que flota en mi cabeza, porque sólo soy capaz de ver en ti el egoísmo…porque no eres más que un reflejo de la nada, condensado en tu ego y narcisismo…y aún así, como mi padre, yo te quiero.

Este párrafo inicial bien podría ser un rosario de sentimientos redactado por nuestro protagonista, atados tan fuertes al alma que constantemente ahogan a un joven cuyo único pecado es su sensibilidad. Nos enfrentamos a un film tejido a base de desgracias, un drama donde prima evidentemente el dolor, pero novedoso en cuanto a su línea argumental, ¡tan simple, y con una narrativa que en ocasiones se delata tan lenta!…que destapa sin reparo un racimo de problemas, tan grandes y complejos como el de un gigante árbol de globos, el error es que ninguno de los personajes ha sabido dejarlos volar…

¿Qué harías si tu hermano se suicidase, así, sin más…? Tal vez…tú que ahora mismo me estás leyendo no sepas ni qué contestar, pues creo que la muerte más dolorosa es aquella que no deja tras de sí una respuesta…o tal vez tú…mi querido lector…hayas pasado por esto, y estoy segura que es tal la frustración y tan amarga la tristeza, que no quieras jamás abrir tu corazón como lo hacías hasta aquel fatídico día…Pero…¿y si conoces a esa persona que todo lo tiene, y que además su sufrimiento es mayor o igual que el tuyo y en cambio… apenas se asoma en su dulce mirada, pues sólo desea amarte?. Y si además te digo…que Recuérdame te enseña a dar la vida por un hermano, por una hermana, por una novia, por un amigo…por todo lo que más quieres en este mundo…y si además te prometo que aprenderás a pensar detenidamente, y a saber que el querer se manifiesta a menudo tan crudo como el eterno silencio…y que hay corazones que necesitan detectives para encontrar alguna huella de amor…Y si te digo, que esta película te enseña a perdonar, algo que a las personas les cuesta tanto pues sienten que de esa forma se reafirman en su verdad, cuando en realidad no haces más que apretarte la soga al cuello, poquito a poquito…hasta que el orgullo no te deja respirar…Y si te digo…que la mala suerte existe, que el destino está escrito, y que un solo paso que des diferente al que caminaste ayer puede cambiar toda tu vida por completo, e incluso darla por terminada.

Esta película…como muchas de las que escojo…requiere una manera de ser para apreciarla en su totalidad…la mayoría del público diría que es algo aburrida, o que le falta algo…pero para mí…y para todos aquellos que lloren en un tren al escuchar una canción sin importarles quién les mira o deja de mirar…o aquellos que se ríen sin parar porque se acuerdan de algo que les hizo tan feliz…o aquellos que se les eriza el vello cuando alguien les cuenta su dolor, su tristeza, su angustia….o aquellos que a veces sienten que su corazón palpita tan tan rápido y tan tan fuerte simplemente por leer una cita, una frase, o ver una escena romántica desde la butaca…a todos aquellos…mis queridos lectores…que a veces os cuesta respirar por sentir cada pequeña cosa sea buena o mala con la misma gran intensidad….en definitiva…a todos aquellos que se sientan distintos a la mayoría e incomprendidos por desear querer, amar y dar el 100% cada día….a todos vosotros, mis lectores pasionales, cuando terminéis de ver Recuérdame…jamás olvidaréis esta película ya no tanto por su final sino porque es un retrato puro, simple y llano de la vida, y os emocionará porque sentiréis que estáis apretando una esponja repleta de sentimientos, y cuando vuelva a su forma habitual, tan ligera…estará gritando que la empapéis de vuestra vida, de vuestros problemas, de vuestros dramas, de vuestra felicidad…para estrujarla de nuevo fuertemente…y saber…que mañana se volverá a llenar…de ti…de mí…de lo que tú y yo somos. Un film que para algunos les falta algo, una película…que para mí…lo tiene todo.

RECUÉRDAME….que la vida es más fácil sin pensar en el mañana, que el presente es el más preciado regalo, y que el pasado tejió tu corazón pero tú puedes cambiarlo…siempre que quieras…para recordar a esa persona…que nunca le hizo falta decirte RECUÉRDAME…
Ser felices mis cinéfilos…y no penséis demasiado…pues la espontaneidad es lo más hermoso que tenemos a nuestro alcance.

 Marta Edo Lorrio






viernes, 1 de abril de 2011

El cisne negro, de Darren Aronofsky





               Puedo decirte el final, revelarte que la historia trata sobre una esquizofrénica cuyo estado mental no es más que su propia frustración bipolar. Una enfermedad alimentada a partes iguales, por una obsesiva madre vacía, sin amor, y una tierna y joven bailarina que se olvida de su objetivo más importante en la vida: ser ella misma y poder BAILAR.

No pienses que te he desvelado lo más crucial del argumento, pues la realidad de El Cisne Negro es que la conclusión reside en cada uno de nosotros, y la única y verdadera delicia, es la coreografía audiovisual del film que comulga cada segundo con el espectador. Es como el inicio de una suave tormenta, como si cada gota que perteneciese a ese chispeo, trajese consigo una cámara, y cada objetivo hubiera adquirido una posición exquisita que te eleva a un nivel superior en cada fotograma. Cierro los ojos fuertemente, los aprieto porque necesito recordar un largometraje similar a éste en sensaciones, pero mis queridos lectores, no lo hay…no existe en mi corazón…no despierta el recuerdo en mi mente….No logro recordar una película que me haya tenido tan tensa cada minuto, estamos ante una cinta fotográficamente desgarradora y repleta de impulsos narrativos que nos sumergen por completo en la pantalla. Por un momento, mientras estaba en la sala, sentí un extraño dolor en las manos, y es que estaba literalmente agarrada a la butaca, supongo que en realidad no quería escapar, pues me sentía parte de ella…Cuando te implicas en el Cine, puedes llegar a empatizar con los protagonistas de una forma inapetente pero existente y real, tan real…como que no consigo borrar esos ojos amarillos de mi razón, fundidos a negro como el telón de fondo que soporta todo el film.

¿Qué es El Cisne Negro? Probablemente los veteranos críticos dirían que es un retrato desgarrador y tremendamente descriptivo. Pero para mí…adorados cinéfilos…El Cisne Negro significa ser valiente y atreverse a mirar fijamente a sus ojos y no apartar la mirada, sentir el picor de su angustia en la espalda y frenar ese malestar, notar que sus uñas se parten y su sangre se derrama como se deshacen los sueños cuando nos despertamos cada mañana…Para mí…cual pasión vital reside en escribiros…El Cisne Negro es admirar cada plano sustentado por Natalie Portman. ¡Al carajo tanta denuncia a posteriori, y tanta quejas sobre sus posibles dobles en el 80 o 90% de film! ¿Y qué más nos da? O es que acaso cuando entras en una sala a ver cine…¿piensas que vas a ser testigo de la realidad? ¡Por Dios! Vamos al cine a vivir por unas míseras horas, lo que jamás viviremos en nuestra vida real. Y me centro de una forma tan sentida y pasional en la actriz porque ha llegado a la cima de su carrera interpretativa. José Luis Garci, mi gran amado maestro, afirmó una vez que no se sentía capaz de volver a ver sus propias obras pues sólo encontraba borradores con faltas de ortografía, y despertaba en él, un deseo de realizar una nueva película para superarse de nuevo. La protagonista, por el contrario, en este film, estalla de manera estrepitosa a cada segundo que pasa, su interpretación es exquisita, pero lo es aún más en hermosura. ¿Existe algo más perfecto que la perfección? Por un momento olvidaros de la evidenciada estatuilla, ¿No habéis sentido que os faltaba el aliento? Es la primera vez que veo en una sola mirada tantas emociones fusionadas en un mismo instante. Natalie es El Cisne Negro. Natalie es El Cisne Blanco. Y cada uno de nosotros, en nuestro día a día, somos como ella, tan autodestructivos como constructivos, tan felices como tristes, tan competitivos como dejados a la rutina…Somos valientes de la vida, con una meta, un objetivo, una pasión…pero con la diferencia, de que jamás se nos debe escapar de las manos. Ante todo, saber quiénes somos y disfrutar de la vida, que para ello sólo tenemos UNA. Pronuncio tantas veces el nombre de Natalie Portman porque me importa bien poco la identidad de la protagonista, sólo sé que he visto el odio, el orgullo y la recreación de la envidia en 120 minutos. Cuando salí de la sala y llegué a casa no podía evitar borrar un adjetivo de mi cabeza: “desagradable”…hasta recuerdo que cogí unas plumitas de mi edredón, las más oscuras que encontré, y las coloqué sobre mi hombro con un toque jocoso…para gastar una broma a quién me quiere cada día…y le dije con los ojos bien abiertos “Soy El Cisne Negro”…jajaja…risas por un instante…pero en el fondo…me di cuenta en ese preciso momento que acababa de ser testigo de la vida misma, ¿O es que sólo pierden la cabeza los bailarines por su diez horas de ensayo al día? ¿Es que acaso los demás no conocemos la dureza y el esfuerzo de la vida, y soportamos en nuestra espalda el nacimiento a veces de la frustración, o del fracaso, o del estancamiento dejándonos las plumas 14 o 15 horas fuera de nuestros hogares cada día? Todo…por llegar a ser algo o alguien…todo por reafirmarnos…como lo hace ella…como lo hizo El Cisne Negro. En el fondo de nuestro corazón creemos que quien quiere algo y lo trabaja, y se esfuerza, y se mata por ello, lo logra, lo consigue. Es cierto que la cinta refleja a la perfección la dura competitividad  del mundo de la danza clásica, de los bailarines…aquellos que se entregan a la crudeza de un arte que sólo pertenece a unos pocos…sólo a aquellos que poseen un don. Pero tú y yo…o cualquier persona que nos rodea puede ser El Cisne Negro, cuya tonalidad, engalanada del color de la guadaña, desvela su terrible final.

Me sobrecogió la descripción y la puesta en escena de los celos, siempre narrados desde la esfera profesional. CELOS…igual de peligrosos o más que los que se padecen en el amor…CELOS…telarañas que la envuelven hasta atraparla en su propia inseguridad, haciendo de la bailarina más perfecta…la bailarina más enloquecida, llegando a perder el juicio por no aceptar que necesita que alguien la ayude. Ella y su soledad construyen su incomprensible inseguridad, haciendo que la joven sucumba a los sucios “encantos” del que se supone debe ser el gran maestro y mentor de nuestra protagonista, contagiándola de situaciones desgarradoras e incluso desdeñables. Llega un momento del film, el climax, donde te sentirás impotente por no poder decirle al oído, ‘deja un hueco en tu corazón, aunque sea pequeñito, para darte cuenta que el camino que escogiste sólo tiene un terrible final, y es que JAMÁS VOLVERÁS A SER TÚ’. Necesita un espacio para saber, como decía Gandhi, que todas las cosas que hagas en tu vida serán insignificantes, pero es muy importante que las hagas. En definitiva, el triunfo no es el final, sino haberlo intentado y haber trazado un camino hacia él. Si finalmente lo consigues, tardarás tres días en inventarte una nueva necesidad, pues así es el ser humano, por lo menos todo aquel que se considere pasional.

Ella…rozará el éxtasis, pero se ahogará en el aplauso, y finalmente conocerá que su mayor rival se llamaba IMAGINACIÓN…y que el reflejo de ella misma morirá con las raíces que ella misma plantó en su mente, las raíces de la OBSESIÓN. Aun así, y después de todo lo que os he contado, desearía sentir por un instante, arropada por una de las mejores bandas sonoras de la Historia, esa sensación de perfección, ese placer tan breve como el de un grano que cae atrapado en un reloj de arena, y que jamás, jamás, jamás…volverás a bailar MEJOR de lo que lo has hecho hasta ese instante. Sentir…que las metas existen y que las metas se consiguen, pero con la desdicha de que para la bailarina número uno, el fin justifica los medios, y los medios justifican ese fin.

Para todo aquel que no ha experimentado la danza clásica, cuando vea esta película, estoy completamente segura que aunque sea por un segundo, mataría por enfundarse en su mallot, hasta dejarse crecer las plumas, y volar, volar, VOLAR………

Marta Edo Lorrio


              

domingo, 6 de febrero de 2011

El discurso del Rey, de Tom Hopper

Sosegada, al comienzo pausada, distante e incluso me atrevería a decir...captada con mirada fría y envolvente. La cinta arranca ahumada en un Londres gélido que te cierra la garganta, como si la niebla careciera de espesor y sobrase crudeza en la atmósfera. Me mantiene expectante, con el corazón en un aprieto, como si no fuera a encontrar aquello con lo que había estado soñando. Me debo en admiraciones al protagonista, y poco a poco me voy dando cuenta de que recibo mas de lo que espero y que espero menos de lo que recibo. Hacía tanto tiempo que no disfrutaba de una interpretación tan radicalmente humana, emotiva, sincera...eso es...¡Sinceridad a lo largo de todo el film! Existe una comunión con el espectador, empatizando hasta bailar con los labios o sentir que las cuerdas vocales se tensan y destensan al igual que un violín carcomido del siglo XVII. Berti relajará su voz gracias a la mediación de su esposa, y agradecido en atenciones a la generosa confianza de Lionel, un excéntrico logopeda alimentado a base de retos y harto de fabulosas soluciones. Los problemas no son tales para el maestro, supongo que aquel tipo era tan excelente en sus labores como lo es Geoffrey Rush en dicha interpretación.
El núcleo del film se muestra cargado de sensaciones, se abandona el preámbulo de presentaciones y empiezas a gozar del sonido diegético que aminora hasta fusionarse con la música principal de la composición. Una banda sonora que poetiza aquel salón inglés, cuatro paredes suficientes para mostrar dos almas desnudas, la de un “paciente” y un “doctor” que pronto entenderán lo mucho que se necesitan. El retrato de la familia real británica es exquisita, y el problema que se plantea en el film abre la caja de pandora ante una temática novedosa, encerrada en nuestra Historia, y humilde al receptor. Hacía falta que llegase al celuloide una cinta de este linaje. Nos acerca a la vida misma, y eso queridos lectores...es lo mejor que nos puede ocurrir desde la butaca, sentir...que a partir de ese momento...te solidarizas con una realidad social.
Mis escritos no tratan de narrar un argumento de principio a fin, sólo sé escribir lo que siento cuando me nutro del Cine, es por eso que quiero dar un salto (o tal vez un paso adelante) en mi ensayo y hablar de los rasgos audiovisuales, esos que nunca comentamos a la salida de la sala y son los que verdaderamente importan en el cine.


Un objetivo que respira al compás de los primeros planos, miradas que derrochan expresividad y desgarran auténtica naturalidad. Adoro los planos detalle, casi puedo introducirme en la boca del futuro rey y sentir como su aliento le ahoga la garganta, le frena a través de su incomprensión adolescente...esa que le hizo ser mudo de si mismo, y le hace gritar aquello que jamás quiso ser. La tensión está recogida con hilos argumentales firmes y a la vez enredados en un deseo de final casi prematuro. Lo peor de la cinta es que conoces su desenlace pero lo mejor de ese instante es que no sabes lo bien que te vas a sentir cuando Berti pronuncie esas palabras que llevaban días gestándose, o tal vez, toda una vida. Planos picados, contrapicados, de primerísimo primer plano que rozan lo indescriptible, que susurran emociones, que te apuntan el preámbulo del fotograma más próximo. Un vaivén de imágenes envuelto de colores cálidos en el interior, fríos en el exterior, casi casi perfectos, y digo casi...porque me faltó una pizca de picaresca, encontré el film demasiado evidente, carente de originalidad...mas de no debes buscarlo, simplemente imagina que tu imaginación está dormida y limítate a contemplar, súbete en la barca del Támesis y déjate llevar por una secuencia lógica, por una historia que fue nuestra Historia...por una acontecimiento que encuadró una lucha de un Rey, que marcó una de las más duras batallas, la batalla contra uno mismo, esas que sólo se pueden lidiar si comprendemos que esta vida es más fácil si aprendemos a pedir ayuda a aquellos que nos la quieren brindar.
Colin Firth ha tocado techo, su puesta en escena es demasiado perfecta, creo que nadie podría haber desarrollado un rol tan exquisito como lo ha hecho este galán del Siglo XXI. Asimismo, el elenco de actores comprende a la perfección una dirección acertada y sobria en las interpretaciones. Helena Bonham Carter conduce la película como un titiritero a sus más preciadas marionetas, un trabajo bellísimo.
Como guinda del pastel, apuntar sin ofensas a mis amados cinéfilos, que la cinta requiere madurez emocional, poseer un corazón inquieto y una mente tranquila. Que disfrutéis del film.......
Marta Edo Lorrio

viernes, 14 de enero de 2011

Seda, de François Girard

La mayoría de los aclamados críticos de nuestro país, plasman en sus tabloides opiniones discrepantes a mi manera de ver, sentir y percibir un film sencillamente perfecto. Los entendidos hablan de bostezo, de aburrimiento, de carencias interpretativas en el actor principal, y muy pocos, como yo, abren alma y corazón para comprender una obra que requiere simplemente pasión. Entre la belleza y el realismo, entre la esperanza y el dolor, entre largas y largas esperas, François Girad reposa en el espectador ofreciéndonos maestría audiovisual.
Me acomodo en mi butaca, cierro los ojos, respiro…los abro…en un instante fastuoso sólo deseo continuar mirando, escuchando, sintiendo. Pulcritud técnica en todos los órdenes, quiero formar parte de aquel sueño, casi puedo oler y adaptarme a una atmósfera tan cálida y desagradable a la vez. Planos bien distinguidos, narrativa a ritmo pausado, que no lento, quieto o parado, un objetivo que acaricia al espectador, necesito llegar al final. Fotográficamente camaleónica, una sucesión de tonalidades sumadas a la ausencia de calor, hay que reconocer la empatía que requiere la cinta, su progresión visual recae en lapsos fríos, apagados y sensiblemente equivocados. La preocupación de él, su cambio gradual frente a su esposa, la inmadurez del hombre, y sobre todo, el capricho de una fémina japonesa, obsesionan al protagonista en sus reiterados viajes a lo inalcanzable. El amor torna sin sentido hasta un resolutivo final que rasga la dramática audiovisual, la conclusión es adorable, ELLA es y era su verdadero amor, honestidad indestructible, fidelidad amansada, fervor por su marido, ¡es tan necesaria la voz en off!, marca la puntualidad narrativa, el sonido no diegético se asienta en un segundo plano acorde con su definición de ajeno a lo externo, acompaña pero sólo quiero escuchar esa carta que me hace llorar, ¿es que no te dabas cuenta? –me dan ganas de gritar- que tan sólo ella te amaba, que ella te idolatraba, tú y sólo tú eras su amo, su señor…
La temática es tan importante a lo largo de toda la película, esos pequeños huevecitos…tan insignificantes en apariencia…nos enseñan que lo más párvulo de esta incoherente vida transforma el destino hasta trastornar todo aquello que hasta entonces era perfecto para seguir hacia delante. Una extranjera entre agua, vapor y niebla turban el cariño de un enamorado, el actor es acertado y su interpretación exquisita, completa y acorde con un hombre que se vuelve ciego frente a la realidad. Su erotismo repleto de sueños, imágenes, muestran que las personas somos capaces de guiarnos por un sexto sentido convertido en mala compañía. Te equivocaste…te obsesionaste…te marchaste…y la perdiste…no disfrutaste…pero luchaste… ¿sabes por qué? Porque abandonaste tu sentido por creer demasiado en la sensualidad, en lo platónico, pero tu amada esposa fue la única que te acarició más de una vez, el sexto sentido no era tuyo, era del sexo contrario. Ahí reside la enseñanza del director, la importancia de la mujer, y el aplauso de un deseo que flota en el desconsuelo y en un rostro que adquiere tintes hartos de depresión.
Salir de la sala, abandonar una butaca, y sentir paz en uno mismo, SEDA eriza el espíritu, y deja en tu alma una imagen, una frase...y llegas a casa, te vas a dormir, cierras los ojos, respiras profundamente…y te das cuenta que finalmente todo reside siempre en lo mismo, en un inesperado final, reposando, lamentándonos por lo que nos perdimos cuando la vida eran latidos de existencia, pero sabiendo que jamás descansaremos en un jardín tan hermoso, sino en lo que cada uno de nosotros queremos ser.
Jamás te dejes atrapar por el misterio, pues cada pequeño paso que das hacia él, pierdes parte de tus raíces. Vive siempre como si no existiese un mañana, y no te alejes nunca del amor.

Marta Edo Lorrio

Tiempos de azucar, de Juan Luis Ibarra


No recuerdo el número de veces que he podido ver esta película, quizás sea como una obsesión por un film determinado y no existe explicación alguna. Sólo sé que me siento como cuando era niña y mi madre me quitaba de las manos la película de Alicia en el país de las maravillas. Dice que me pegaba frente al televisor por la tarde, los trescientos sesenta y cinco días del año, y pronunciaba cada palabra de aquel infantil guión. Ella empezaba a estar preocupada, no había manera de cambiarme de cinta, sólo quería ver a Alicia, sin parar, y algo parecido me pasa desde hace algún tiempo, cuando descubrí la obra que hoy tengo entre mi corazón y mi razón, Tiempos de Azúcar.
Cada uno de nosotros hablamos a través de lo que sabemos hacer, y cuánta más pasión depositamos en lo que de verdad nos hace sentirnos únicos y distintos al resto, es entonces cuando sentimos que la felicidad a penas dura un instante. Pero lo mejor de todo, es que puedes ser feliz tantas veces quieras, porque está dentro de ti, eso es por lo menos lo que muchas veces podemos llegar a pensar. Pero en esta ocasión nos encontramos ante una obra extremadamente compleja precisamente por la sencillez y cotidianeidad de la temática. Si os dijera que voy a hablaros de un amor platónico, de un amor de chiquillos, de un amor inalcanzable…si os dijera que ser testigos de esta película es más importante de lo que os habíais podido imaginar…si os dijera a aquella persona o personas que me leen…que en ciento doce minutos tienes concentrada la esencia de la vida…si os dijera todas estas frases...tal vez lograría que no abandonarais todavía mi reflexión, y que os quedarais un ratito más junto a mis palabras…Palabras que tal vez no lleguen al corazón de nadie, pero que por lo menos salen de un corazón, eso es lo que de verdad importa.
Un anochecer en un cine de verano, dos almas gemelas, el proyector de fondo, un fundido a negro, y se entremezcla el aroma dulce de la vida con el amargo sabor de la muerte. Y surge un nuevo amanecer, frente al mar, vigilado por las gaviotas, amparado por la espuma mediterránea encerrándose en un plano general, y desaparece el sol, la madre de Miguel está muerta, y él no puede llorar…ya lo decía la Señora Concha…a veces simplemente el dolor te ahoga, y nos sentimos culpables por no sentirnos mal en un momento tan triste, menuda tontería, pero hasta que Miguel no sea mayor, no se dará cuenta que las lágrimas son como el chispeo de la lluvia, vienen y se van, pero nunca sabes cuándo con exactitud. Como escenario principal el Horno de L’Alteana, y como protagonista la representación de todos los valores que componen nuestra vida: Miguel y Ángela. La banda sonora acompaña cada instante aportando la mayor intensidad, observa el retrato de su madre, suenan los violines, y él sonríe porque va a luchar por todo lo que su madre le enseñó, porque tiene un objetivo y lo cumplirá. Un plano detalle que anuncia el cartel de “abierto”, el objetivo que se aleja y de nuevo surge la luz en las calles, la gente se asoma al mañana, el ritmo de la rutina se transforma en un telón de fondo, y ahora…son el sonido de los instrumentos de viento los que nos enseñan el mercado, al barbero, a los hombres que hablan de sus cosechas, a las laboriosas mujeres que charlan y no están quietas, y la cámara recorre cada pequeño elemento que compone aquel lugar. Aparece con rapidez uno de los primeros seiscientos, y Santiago y Concha recorren las carreteras de los alrededores mientras la voz de ella, agradecida, nos enseña otro amor que nacerá entre curvas de sueño.
Plano contraplano de un par de chiquillos, nos dan la espalda, ella, tan niña…le rodea con su brazo para consolarle, y en ese momento comienzan los mejores tiempos, los tiempos de azúcar, los tiempos en los que se olvidaron tantas cosas por decir, los tiempos en los que “a veces es bueno decir te quiero en voz alta” para no encerrar demasiado el orgullo y el espíritu. Cae la primera lágrima de Miguel, en lo alto del mirador acaban de convertirse en parte del otro sin darse cuenta, sin saber que la noche se enamorará del día.
Agradezco de manera infinita que pueda ver tradiciones de mi país en un cine tranquilo y sosegado para el alma, porque me enseñan a ser crítica, a entender la mente de los mayores, a conocer por qué los españoles somos tan auténticos, a comprender por qué saltar una hoguera en la noche de San Juan, se puede convertir en la ilusión más importante de una niña. Me hace recordar a nuestro querido pintor Sorolla, con esos lienzos de los niños jugando en el mar, porque cuando eres crio, los juegos no son más que tus más sinceras obligaciones, algo que Miguel jamás podrá experimentar. Una infancia complicada pero siempre adornada con una sonrisa, aprendes que no existe el cansancio aunque tengas trece o catorce años y seas diferente a los demás. Aprendes que para llegar a conseguir algo, debes hacerte amigo del sacrificio y el esfuerzo pero siempre acompañado por la felicidad. Cuántas y cuántas veces ella se cuela por la ventana del obrador para que abandone sus pasteles por un segundo y la mire con su traje de comunión, él tiene que trabajar, no podrá ir a su gran día, pero le preparará la tarta más bonita del pueblo. La escenografía es un cúmulo de realismo y naturalidad, la puesta en escena es parte de un sueño y a la vez tan simple y acertada que es imposible no formar parte de su desarrollo. La fotografía es cálida, agradable, sensitiva, fresca, chispeante…Ella le mira desde su balcón…el sonido cambia por completo, y un feed forward transforman a Ángela en una guapa y seductora jovencita en un segundo, poder del Séptimo Arte que nos traslada a dónde queramos y cuándo queramos en el menor tiempo posible…Rock and Roll de fondo, y Miguel la espera abajo, fuegos artificiales, melena rubia, vestido de reina de las fiestas, y te das cuenta de cómo pasan los años, que siempre volverá a amanecer, y él estará ahí…mirándola como si fuese el primer día, cuidándola más que a su vida. Son comunes los primeros planos de sus rostros, él, ella, él, ella, y dos miradas que se funden porque son ojos que necesitan ser mirados, amistad que parte del cariño para traspasar a los nuevos problemas de la adolescencia.
Y nace la segunda parte del montaje, fotogramas ensamblados con firmeza y estilo, el resultado es magnífico, te sientes identificado y atrapado a la vez. Abre los ojos Miguel, despierta, la tienes frente a ti, echándote en cara tu obsesión por el trabajo, ella no entiende tu manera de ver la vida. En la parte trasera de la pastelería un magnetofón recuerda la música de los setenta, ella le invita a bailar, se menea con su ropita ceñida de verano, le invita a un simple baile que para él es la encarnación de su timidez y desasosiego, y se encierran los dos en el encuadre, sin dejar de bailar, ella cae sobre él…y el sonido se transforma pero no existe el beso, sólo Miguel sabe que la ama. Salto agigantado al hogar de Concha, gran confidente de Miguel, casi como la madre que desapareció del aroma a vainilla y chocolate, como una prolongación de sus sentimientos. La cámara se acerca hasta su terraza, mostrándonos un jardín que enamora, que desprende fragancia de verano, puedes oler, tocar, escuchar los dilemas de la mujer madura, la mujer que duda sobre su concepto del amor, no sabe si está enamorada de Santiago, y Miguel sólo sabe escuchar…escuchar que las peores mentiras no son las que recaen sobre los demás sino las que afectan a uno mismo. De ella aprende que las cosas importantes de la vida tienen que hacerse con pasión…como Miguel y sus pasteles…y él recuerda en un flash back interior la voz de su madre…doce claras de huevo, una ralladura de limón, ciento cincuenta gramos de azúcar, almendra picada…Miguel ha vuelto a renacer, el artista cree de nuevo en uno mismo, y trabaja en su mejor obra, una vieja receta que su madre guardó en el secreto, y que es capaz de enamorar a Ángela. Pero el destino, desconocido por completo, trunca los planes de un joven para traspasar el poder del dulce a un hombre mayor, ella jamás logrará probar esa tarta, y no habrá hechizo, sino que el tiempo marcará sus pautas, cada uno en su sitio, ella dispuesta a comerse el mundo, egoísta por no querer sufrir por el amor, ambición al límite, ansias de vivir y vivir lejos de aquel pueblo, mientras que Miguel concibe cada estación como un vaivén más de su desconsuelo. El hombre que se siente menor que ella, como eclipsado, descartando sus posibilidades porque la idolatra, grave error del amor, sentirse ínfimo al lado de una mujer. Algo dentro de él le avisa que ella jamás será para él, como una nube inalcanzable, que por muy alto que vueles y llegues hasta ella, cuando la quieras tocar se desvanece…
El film nos argumenta de manera delicada el conflicto del mejor amigo capaz de dar un paso al primer y único amor. Han trascurrido los años, y los dos, en su cine de verano, con una despampanante Brigitte Bardo que ilumina la noche, entre notas francesas acarameladas, Miguel se da cuenta que la situación se le escapa de las manos. Corte acelerado y comienza una tormenta, ella gira y gira sobre su eje, su vestido empapado, y él sólo sabe mirarla, porque la desea.
La época franquista con el Proceso de Burgos, las universidades, las persecuciones constantes, las manifestaciones estudiantiles, los grises, la rebeldía de una luchadora, la dureza del régimen, un tirano, un dictador, y la frustración de una estudiante que debe estudiar Derecho pero con la boca callada. Qué paradoja, la película da un giro espectacular, nos ofrece dosis de realismo e historia nacional, recordamos cómo aquellos jóvenes tuvieron que luchar por su propio mundo, como Ángela, que se reencuentra con Miguel en su añorado pueblo, le hace ver que los dos tienen que creer en lo mismo, porque es el mismo mundo para los dos, pero él le quita la venda de los ojos…Tu mundo…Ángela…jamás será como la mesa del obrador...restos de suave harina, manos que trabajan con minuciosidad, y perfección en cada detalle…Hay unos que se quedan y otros que simplemente se van…
Surge la lucha entre dos hombres, una cámara quieta desde la orilla marca el punto de partida para una carrera entre iguales, llegar hasta la Mañosa en mitad del mar es su objetivo, ambos saben que en realidad se disputan el amor de ella, pero siempre basándose en el respeto. Por eso es tan importante esta película, porque existen promesas, obligaciones, metas, sueños, sacrificios, porque existe una búsqueda de la felicidad, que desde el inicio de la cinta percibes que será trastocada. Porque el director nos regala enseñanzas, porque en mitad de un paso doble español Miguel pierde al amor de su vida, porque en una estación de tren Miguel pierde a aquella niña que sólo quería jugar y jugar con él, porque en el horno del obrador Miguel no sabe decir te quiero en voz alta cuando ella se lo está pidiendo a gritos…porque Miguel…desaparece…como su madre…y su voz se pierde…cuando ya es demasiado tarde…cuando Ángela descubre que existen los errores…que a veces hay que equivocarse y querer a otro hombre para darte cuenta que tenías a la mitad de tu vida en frente de ti, durante más de cuarenta años…porque él te vio nacer y desde ese instante fuiste parte de él…
Imaginaros…ser hombre…y que Ángela, tan guapa, tan simpática, tan lista y divertida, tan perfecta como decía Miguel, te pide entre lágrimas “Dime que no me case, dime que no me case”…imaginaros…saber que estás perdiendo parte de ti para entregársela a otro que jamás será parte de ella…
Si algún día decides ver esta película, sólo puedo decirte una cosa, tal vez no te guste, quizás te decepcione o puede que te encante, eso es lo de menos, lo realmente importante es que en algún instante te habrás sentido como Ángela, o como Miguel, estoy completamente segura, también sé que recordarás dos cosas: una que la vida es como un pastel, y otra que debes creer SIEMPRE en ti mismo, en cómo eres y en lo que haces, y si me permites una tercera y última moraleja…recordar…por siempre…que a veces es bueno decir te quiero en voz alta…
Marta Edo Lorrio

Una canción del pasado, de Shainee Gabel

Del asfalto a la vía de un tren, Bobby Long camina despacio para vivir aún más deprisa. Un principio basado en planos de protección, insertos continuados que aportan ritmo y firmeza al inicio que será la simbiosis de un mismo final. La cámara le sigue en paralelo, la música replica casi callada, y te das cuenta que el tiempo nunca fue amigo de Bobby Long, un ser capaz de amar más allá de los sueños, respirando desde un corazón inadaptado. Y en un par de secuencias sientes la guitarra que llevabas dentro de ti, ¿puede un grupo de alcohólicos cuidar a una mujer sumida en la drogodependencia? La película es feroz, íntima hasta la médula, personal, insospechadamente bella…cada minuto es una caricia a los sentimientos, a las pasiones más humanas, y a los humanos que vivimos a través de nuestras pasiones.
Primerísimo primer plano atado a un primer plano que se ahoga en unas cuantas caladas, y sólo veo humo en el encuadre, instantes que me trasladan a los labios de Lawson, siguió a su maestro hasta formar parte de él…Te aviso que estás ante una historia muy salvaje, arrancada de raíz, que requiere ternura y reflexión…Lawson es uno de los protagonistas de la necesidad de amar. Hombres que se confiesan entre notas de amistad y gloria, dedos que tocan cuerdas y cuerdas que vibran para emitir canciones del presente, terapia de día y noche, y no pueden dejar de mirarla, “eres tan parecida a tu madre…”
Un plano ligeramente picado me traslada hasta la estación; espacio en silencio, ni siquiera puedo escuchar el tic tac de aquel reloj, donde las agujas marcan los segundos, los minutos y las horas, donde el paso del tiempo te acompaña al mañana. Pursy experimenta el primer acercamiento a su madre a través de sus libros más preciados…y de fondo…una melodía con letra urbana me hacen sentir la ausencia, la dureza de la vida. Diálogos fuertes, crudos, críticos, la joven tiene un gesto enfadado, perpetuo, continuo, ¿os imagináis? ¿Descubrir parte de ti a través de las palabras de otro? ¿Y que ese otro, ese ser, sea tu madre? Y que Lorreine ya no esté…Pursy se siente más vacía que la propia muerte. Y huele a vodka en cada rincón de Nueva Orleans, gotas de alcoholismo preconcebido, sin huellas, sin rastros, el Country siempre presente, el film desprende naturalismo en cada fotograma. La voz de Bobby me hace tiritar, es patético su patetismo, haber sido lo más grande para ver que eres un fiel reflejo de lo más pequeño…Pero te dejas querer…y cada palabra que pronuncias me dan ganas de mirar al cielo, de pararme a pensar y pensar, de volver a alzar la vista bien alto…volver a mirar el mismo cielo, pero para no dejar nunca de mirarlo.
El guion es profundamente ingenioso, rostros, planos detalle, almas que se conocen, charlas, historias, y una cerveza…sólo eso…y nada más, porque en la vida lo valioso es lo más carente de valor, lo más importante es siempre lo más sencillo, lo que tienes frente a ti pero que no quieres ver. A medida que avanza el film la iluminación se torna más cálida, sobre todo en las noches de verano, esas en las que la luna atraviesa los huequecitos de las persianas y se teje madeja audiovisual con sutileza, con luz fina, muy fina…A ello sumamos la sinceridad del lenguaje técnico, la estructura argumental es exquisita, y la temática vuelve al punto de partida de la cinta…porque como decía Bobby en honor a Moliere: “Sólo morimos una vez, y durante tantísimo tiempo”. Lorreine permanece viva porque todos en aquel lugar quisieron amarla, y porque fue una persona que logró algo fundamental para ser única: ser cercana, muy cercana y no dejar de ser siempre ella misma. Pursy irá descomponiendo poco a poco esa idea equivocada de quien le amó más que a nada, y sobre “el árbol de la vida” (así lo llamaba la cantante) su cuerpo reposará exactamente en el mismo sitio donde lo hizo ella. Te das cuenta que a veces la ignorancia puede ser una gran virtud y que a veces el saber puede ser un terrible defecto que te aleja de lo auténtico. El respeto nace de dentro, no hay libro, no hay manual, no hay dogma ni refrán, ÉSE...es innato. Miro a Pursy, tan amargamente dulce, tan enfadada con el mundo por su desarraigo, dieciocho años, efervescente, y grita con el tono más suave y sincero que he oído jamás:”Quiero ser normal, pero la vida no me deja”. La seducción encarnada en una cara lavada, fresca, labios carnosos, mirada perdida, un vestido blanco, ajustado como esos recuerdos que le aprietan, que le ahogan el alma, y admiro a una joven que sólo necesita luchar desde el abandono. La cámara quieta, pausada, que contempla, que nos atrapa, y digo “nos” porque tú y yo somos parte de esta historia…de un amor que nace de un pacto. Esa Lolita que se interpone entre los adultos que no conocen de enamoramiento, camino de los cuarenta y se complementan sin deseo…Lawson respira por el diente de león, dorada niña de su creación.
Y nace la sorpresa de otra frase hecha, enunciada por uno de los grandes: “¿Por qué quedarse en la tierra salvo para crecer? Y Pursy crece a raíz de una canción, un regalo de su madre que pone punto y aparte en su camino: una nueva etapa fundamentada en el amor, el esfuerzo, el estudio y la responsabilidad. La segunda parte del film subraya la temática social y personal de nuestros protagonistas: la enfermedad, la juventud, la madurez, la fuerza de voluntad, la lucha por llegar a ser alguien, huir del fracaso, aprender de los errores ajenos, creer en uno mismo, alimentarse de palabras hasta romper en mil pedazos la razón, aprender cada día y acercarse al saber, a la cultura…
Cara a cara, el mar de fondo, sonido externo, fuera de campo, y una mesa de ajedrez, pequeñita, en el centro de dos hombres que desbordan amistad a fuego lento, y las verdades se mueven a la velocidad de las fichas, de las jugadas, pausadas y cercanas, ¿acabará Lawson su libro? La película está conducida por una voz en off que cala hondo, necesaria, reconfortante, porque te da esperanzas, porque te acompaña hasta el clímax. Y las estaciones pasan como los recuerdos de Pursy, la cámara en la intimidad de un sofá, frente a sus ojos, confiesa cómo se inventaba los recuerdos de su propia madre con tal de mantenerla viva en su cabeza, en su corazón…Y de nuevo Bobby en escena arranca con fuerza palabras de autores, se trata de ser todo, menos ser quien de verdad eres…los mejores amigos, casi como padre e hijo se echan en cara lo que encerraba su alma desde hace más de nueve años, cuando un pobre niño dejó de ser niño, amistad que llega a transmitir agobio y dependencia, entre lágrimas podemos ser más hirientes, pero el dolor no debe faltar nunca, eso es por lo menos lo que he aprendido con esta película. El dolor nos despierta, nos hace valorar lo que somos y a quien tenemos a nuestro lado, sin dolor no existe lucha y sin lucha no hay metas que alcanzar, vives pero sin saber qué es la vida. Y llueve sobre mojado mientras la profundidad de campo en la calle denota oscuridad, versus el calor de la chimenea que ilumina dos cuerpos abrazados, pero simplemente porque tienen frio. Un libro que se quema porque hasta que ella apareció nada tenía sentido, no existía el principio ni el final. Este es el momento más hermoso, cuando la cámara se encierra en ellos dos seguido de planos sucesivos en sus rostros, sus voces, sus verdades, a flor de piel, y respetados por el silencio, ella le da paso él, y ella también necesita hablar, desnudarse por dentro…el objetivo concluye con un primerísimo primer plano…y no puedo seguir escribiendo…Tan sólo puedo decir que cada invierno en Nueva Orleans pudo quedar en el olvido, para que en una vieja casa naciera una primavera distinta, con ventanas verdes como la hierba, y paredes azules como el cielo. Una nueva etapa repleta de obsesión, amor y pasión, porque para Bobby Long, y para muchos amantes de nuestra vida, cada día puede ser el último…
Un día de estos…cuando hagas limpia de alguna vieja caja, un olvidado cajón, o del maravilloso baúl de los recuerdos, te acordarás de esta película, de cómo Pursy Will, con dieciocho años, descubrió a su padre y a su madre en una simple partitura. Y sólo tendrás ganas de llorar, llorar, llorar…porque sabes que jamás volverás a estar solo, porque habrá alguien que dará forma a tus recuerdos y pintará el pasado con un te quiero, con un abrazo, con una palabra…o por qué no…con una CANCIÓN…
Yesterday I had a dream; I can fly through the sky….
Marta Edo Lorrio

Las horas, de Stephen Daldry

Entiendo a su corazón, más no comparto la concentración del egoísmo. Su mente atormentada, ansiosa de capricho y variedad. Un lesbianismo tricolor, porque tres son las miradas que no quieren ver. Son palpitantes, confusas, densas, arrogantes, extrañas, pesadas, repetitivas, sentimentales…así son Las horas, largos minutos de cine pero inquietantes al alma.
El sonido no diegético me enamora. La composición musical actúa en simbiosis con la composición fotográfica, es un versus acomodado, como un objetivo audiovisual que eriza las ansias. Lo gris, lo urbano, lo exquisitamente natural y completamente compensado. Un comienzo de ansiedad, los primeros planos carecen de cotidianeidad, el argumento se presenta absorto, y emborracha mi sentido audiovisual. Se trata de una necesidad, mi respuesta a una cámara soberbia que nos deleita con interpretaciones selectas y delicadas. Los planos medios describen carentes de profundidad de campo para acercarnos a los rostros, ellas son las protagonistas, su expresividad es aliento dramático en cada uno de los fotogramas. Feminismo atroz equilibrado con la seguridad del macho, lucha de sexos en apariencia, complejidad de mujer en realidad. Estamos ante una cinta cruda, amarga y absolutamente tranquilizadora a priori.
La escritora lucha mientras escribe y escribe porque cree que así lucha, la joven Laura quiere incluir una transformación radical en su rutina, y Mrs. Dalloway ama, adora, idolatra a un hombre suspirando a la vez por un apaciguador momento homosexual. No es más que el enfrentamiento a la vida de ayer, de hoy y de nuestro mañana, relaciones escritas con tinta negra y en ocasiones azulada. Pánico a luchar y pasos agigantados hacia la locura, y todo… por engañarse a uno mismo, todo…por no ser capaz de entenderse a uno mismo, todo…por AMAR a quien no se debe amar.
Historias corales, que se amamantan, que se sostienen, que se aguantan… ¡Es tal la pureza cinematográfica! Los recursos narrativos nacen de la fusión de los elementos, casi como un gran acordeón donde no existe la distinción entre sus notas. Tan sólo importa el compás, un ritmo que marca a pasos agigantados, se acelera tu corazón y lo consigue con un único ingrediente: la apariencia. Estamos ante un posible arte de la tranquilidad, planos en sucesión, figuras en armonía, y un escenario embelesado que se acopla a las circunstancias. Derrocha realismo, naturalidad, suspira…un filme que suspira y suspira de manera circular. Una película de color púrpura, un reparto sencillamente perfecto, y una luz que reconforta. A destacar sus hilos conductores, la fusión de un único relato en tres disfraces, y apenas me percato de los cortes, es más… ¿dónde están?, sólo puedo hablar de fusión, ¿habéis sentido que el pasado no existió jamás? Capacidad para flotar en el presente y hacer de los recuerdos una suave madeja que nos enreda en este mismo instante. La puesta en escena es exquisita, refinada en los detalles y familiar en sus planos. La reiteración del flash back contiene el mensaje del film, los usos argumentales son de un alto nivel, la narración, por tanto, abruma el corazón.
Si no hubiese un ahora, un mañana o un ayer. Si no hubiese un hasta ahora, un cuídate o un hasta siempre. Si no importase nada porque no supiéramos lo que de verdad es importante. Si no existiese el transcurso del tiempo o si no sintiéramos el peso de cada momento. Si supiéramos quiénes somos en realidad, que fácil sería vivir…vivir…y vivir… con tan sólo unas horas…

Marta Edo Lorrio

Tíovivo c.1950, de José Luis Garci

Resulta complicado resaltar un tema principal que explique el argumento, ahora mismo mi mente se presenta como un barroco de imágenes, como un rococó de sueños. Para los más curiosos podríamos decir que Tiovivo c.1950 no es más que lo que su propio nombre indica, una pequeña feria pero que aparece teñida de color gris, una fiesta de la realidad casada con la pureza del recuerdo. Lo que más me ha molestado es que me topé con lo que ya me avisaron, con esa profundidad que requiere madurez en el espectador, y Garci por primera vez…me ha acercado al aburrimiento. Tal vez sea más justo hablar de pesadez audiovisual, aunque reconozco que el retrato de Madrid exige respeto. Es un filme difícil de digerir en la tierna juventud, pero fabuloso para educar la mirada, pues si hay algo que posee Tiovivo, es historia del alma, y eso…nos guste o no, reside en el Cine de butaca, y no en los manuales.
La temática flota en un previsor destino de la mayoría de los personajes. La ilusión, el amor, el poder…podrían ser algunos de los numerosos temas que aparecen en el film, y todos ellos se sostienen por uno principal: la vida de un auténtico Madrid, el Madrid de 1950. Garci es un hombre familiar, de esas personas tan auténticas en sus palabras que logran abrazar al espectador con sus películas. Por eso…Tiovivo se recrea en una complicidad de todos los órdenes, en la amistad de cada plano, en la luz de los que creíamos que jamás podría volver a ser iluminado.
Fluye la técnica tranquila y rezagada del director a través de planos fijos, de la escasez del brusco movimiento y de la aparición del travelling excesivamente lento, pero capaz de agitar más de un corazón transparente. Porque eso es Tiovivo c.1950, el retrato de la capital, la descripción del epicentro, el grito de lo que sólo fue silencio. Como interesante percepción técnica destacamos una cámara quieta que no sigue a los actores, y unos actores que no siguen a esa cámara quieta. La libertad de esas clases de baile se acopla a esta cuestión como ejemplo de un objetivo que reposa, que nos enseña…Una cámara que de nuevo se esconde, una cámara que ‘persigue’ a los personajes con la mayor suavidad que exige el realismo puro, una cámara que se acerca y se aleja lentamente en tan maravillosas escenas, una cámara -y siento repetirme- que nos ENSEÑA…
Encuadres perfectos, exquisitos, rabiosamente bellos. Planos generales, muestra de acertadísimos escenarios, planos americanos casados con el cine de aquel entonces, al igual que planos detalle en los que un café derramado contiene la esencia de toda una secuencia. Los planos medios como punto de origen reflejando la importancia del medio corto enlazado generalmente a un primer plano…y los fondos…a menudo desenfocados porque el futuro puede ser turbio durante la presión social. El fundido a negro que cierra el primer acto, y una música amaestrada para llegar a los instantes precisos, en los momentos en los que más lo necesitan, aunque a veces no se lo merezcan. Las típicas Garci-conversaciones: fijas, pausadas, de dos…de dos que se miran y parecen actores de un viejo teatro, lejos de la existencia de una cámara. Conversaciones con estructura: los dos, él, ella…los dos, él, ella…él, ella…él…Y de repente un ligero contrapicado, y también dos o tres picados, porque José Luis Garci ofrece todo muy dosificadito, porque alrededor de 1950 no existía el derroche…porque alrededor de 1950 “hay que estar porque hay que tirar para adelante”.
La crítica a la situación que se plantea cuando aparecía un nuevo guión, sumado al rígido régimen que empapaba aquel momento…son elementos que logran provocar la misma rigidez en los rostros de los personajes, o debería decir personas, ya que eso es lo que vemos en el cine de Garci, a ti o a mí, personas.

UNAS PALABRAS PARA UN MAESTRO DEL CINE
El cine le ha salvado la vida varias veces, le da ganas de levantase, le hace flotar y reflotar, le empuja a seguir hacia adelante. En cada una de sus películas hay mucho más que un universo de emoción en imágenes, pues cada creación contiene una o mil noches sin sueño, una o mil partes de José Luis Garci.
Las historias que narra provienen de personas que conoció cuando tan sólo era un niño, algunas son fruto de la ingravidez de su imaginación, y todas contemplan su forma de ver la vida. Sus filmes son una mezcla entre minutos de rodaje y pedacitos de su corazón, como una sopa calentita en pleno invierno. Y es que su cine es una invitación a la felicidad, eso es lo único que pretende el director, dejarnos dentro de nosotros algo que estuvo dentro de él. Sus películas son como las cosquillas…que acarician el alma, un susurro de encuentros, una amapola que todavía permanece cerrada.
Garci ha creado ‘el cine de la tranquilidad’, películas cuyo objetivo descansa en la relajación del espectador, minutos de magia que nos hacen ser mejores personas, que logran algo muy importante: hacernos sentir bien. Su obra es un homenaje a su país, una pequeña muestra de cómo ve él su querida España, a través de una búsqueda de sentido en los espacios y momentos más acogedores. Todavía vive rozando la perfección fílmica, pero considero que lo más importante en esta vida es sentir que lo has dado todo, sentir…que has hecho lo máximo con lo que tenías, y en esto Garci posee matrícula de honor.

Marta Edo Lorrio

La calumnia, de William Wyler

La Calumnia es un retrato psicológico del ser humano, susurros de cine condensados en una cámara que roza la perfección. El inicio es el complemento visual del final, un comienzo purificado a base de luz, un rodaje edulcorado con tela de blancos que refleja la inocencia de la niñez…todo ello con el compromiso del plano medio. La banda sonora derrocha tranquilidad y armonía, dos ingredientes casuales del cine clásico que no tardarán en transmitir tensión, agobio y desasosiego. El clímax de la cinta viene guiado por la mirada cruel y morbosa de una odiosa cría. Sus ojos, encerrados en el detalle, revelan el pecado de la tormenta, una historia audiovisual narrada con una cámara soberbia. Los primeros planos que rescatan la infancia junto a un sonido que se delata sublime, hacen del film un cuadro de gozo narrativo contemplado desde la crudeza de Wyles. La difamación sumida en la niñez, la verdad limitada por el género adulto, y la muerte comprendida en un fuera de campo…

Los juegos cinematográficos son discretos pero ricos en matices. Los movimientos circulares de la cámara enredan a Mary y Rosaly en la complejidad de su desdicha. La escena del desenlace en la casa de los Tildford se mezcla con la esencia del teatro dibujando fotogramas eclipsados. La Calumnia es un grito a los detalles, la puerta del colegio que se abre, se cierra, se abre y se cierra…Wyles nos regala un telón de fondo, una tapadera que terminará rompiendo su silencio. La locura abrazará a Marta con un objetivo intimista mientras sus lágrimas harán más fuerte las creencias de Karen. ¿Existe algo más preciado que la comprensión? Estamos ante una película racional en cuanto a su realización y arrolladora en su argumento. Los personajes son una romería de sentimientos, un aplauso a sus expresiones, un excelente trabajo en el campo interpretativo.
El largometraje encierra al espectador creándole una sensación de intranquilidad compensada con la pasividad de sus escenas. Se puede extraer del director su capacidad de síntesis en la escenografía, terreno donde los elementos se fusionan superando el realismo de los espacios, ejemplo vital es el abandonado colegio o los dormitorios de las niñas…un verdadero anhelo del pasado. Los primeros planos profundizan, analizan y desahogan.

Marta Edo Lorrio

A good woman, de Mike Barker

1930, salto de un continente a otro y Nueva York se cubre de apogeo en Amalfi, tierra italiana narrada con lenguaje audiovisual generoso y brillante. Se abandonan los saxos, el humo de las colillas se ahoga y el misterio clásico de aquel automóvil se desvanece. La narración en primera persona encabeza el argumento de A good woman, un filme tejido con hilo fino, con madeja de oro picante.
Los interiores duermen en color de rosa, espacios cálidos que denotan realismo en cada escena. En su opuesto se delatan los exteriores cargados de guiones puros y encorsetados, a menudo controlados por la claridad del blanco y la tirantez del amarillo. Sin olvidar que la banda sonora renace del molde perfecto, Italia se viste de fiesta original, de magia embriagadora en su glamour familiar. La tensión, la agonía y la traición se construyen con la fluidez de los diálogos: cadenas exquisitas de sutiles palabras, mientras que el matrimonio, la seducción y el inflamable amor soportan la temática de la cinta. La entonación de las palabras existe en cada uno de los personajes, expresiones fugaces y rápidas que llenan de vida e ingenio la creatividad del encuadre. Ambientes precisos complementados por protagonistas precisos que conforman un estilo cinematográfico admirable, los escenarios son humanos, se puede oler, saborear, contemplar y contemplar incansablemente…
El largometraje muestra una composición de elementos clave; los prismáticos, la chequera, el abanico, y un encantador vestido de tarde, ¿o tal vez de noche?...Las féminas reflejan contraste, sus poros emanan la realidad de la contrariedad y absorben riqueza visual. Un temperamento fuerte y distante versus la inocencia calurosa de la ingenuidad…y la juventud sonríe de tristeza sincerándose con el espectador al mostrar el alma de nuestras vidas.
La noche es hermosa, grandiosa, un brote de finura aliñado con la percepción de los detalles: lucecitas que titilan como los versos del templado Neruda, la costa que se rompe en solemnidad, y la luna culmina en un plano general, amargo, pictórico, francamente perfecto. La chispa de la película reside en un terrible deseo de encontrar la verdad, todos queremos que nos desmientan la infidelidad masculina y que la Lolita apacigüe su corazoncito de enamorada. Nos enfrentamos a una trama de complicados enredos, tensión, nervios… y un ahogo que cala hondo, la cuerda del amor tira fuerte las gargantas porque la niña necesita creer en su esposo, a pesar de que los secundarios se empeñen en adaptar los engaños de cama a sus vidas. Los malentendidos son frecuentes en el filme, como agujas punzantes que van reposando en la intimidad de los personajes hasta comprender la crudeza del chantaje.
Estamos ante esa clase de filmes donde el fin puede justificar los medios “a priori”, ya que la imaginación, el pensamiento y la fe confabulan con el triunfo del amor. Una historia sencillamente fabulosa narrada con exigencia y naturalidad…un abismo que no conoce de planos, encuadres o focos…un poema literario transformado en espuma cinematográfica.
La película de Baker embriaga, entretiene y reconforta. Original de Oscar Wilde, el filme ofrece la dosis perfecta para nosotros, los soñadores eternos que buscan y buscan lo que jamás llegarán a encontrar.

Marta Edo Lorrio