viernes, 14 de enero de 2011

Una canción del pasado, de Shainee Gabel

Del asfalto a la vía de un tren, Bobby Long camina despacio para vivir aún más deprisa. Un principio basado en planos de protección, insertos continuados que aportan ritmo y firmeza al inicio que será la simbiosis de un mismo final. La cámara le sigue en paralelo, la música replica casi callada, y te das cuenta que el tiempo nunca fue amigo de Bobby Long, un ser capaz de amar más allá de los sueños, respirando desde un corazón inadaptado. Y en un par de secuencias sientes la guitarra que llevabas dentro de ti, ¿puede un grupo de alcohólicos cuidar a una mujer sumida en la drogodependencia? La película es feroz, íntima hasta la médula, personal, insospechadamente bella…cada minuto es una caricia a los sentimientos, a las pasiones más humanas, y a los humanos que vivimos a través de nuestras pasiones.
Primerísimo primer plano atado a un primer plano que se ahoga en unas cuantas caladas, y sólo veo humo en el encuadre, instantes que me trasladan a los labios de Lawson, siguió a su maestro hasta formar parte de él…Te aviso que estás ante una historia muy salvaje, arrancada de raíz, que requiere ternura y reflexión…Lawson es uno de los protagonistas de la necesidad de amar. Hombres que se confiesan entre notas de amistad y gloria, dedos que tocan cuerdas y cuerdas que vibran para emitir canciones del presente, terapia de día y noche, y no pueden dejar de mirarla, “eres tan parecida a tu madre…”
Un plano ligeramente picado me traslada hasta la estación; espacio en silencio, ni siquiera puedo escuchar el tic tac de aquel reloj, donde las agujas marcan los segundos, los minutos y las horas, donde el paso del tiempo te acompaña al mañana. Pursy experimenta el primer acercamiento a su madre a través de sus libros más preciados…y de fondo…una melodía con letra urbana me hacen sentir la ausencia, la dureza de la vida. Diálogos fuertes, crudos, críticos, la joven tiene un gesto enfadado, perpetuo, continuo, ¿os imagináis? ¿Descubrir parte de ti a través de las palabras de otro? ¿Y que ese otro, ese ser, sea tu madre? Y que Lorreine ya no esté…Pursy se siente más vacía que la propia muerte. Y huele a vodka en cada rincón de Nueva Orleans, gotas de alcoholismo preconcebido, sin huellas, sin rastros, el Country siempre presente, el film desprende naturalismo en cada fotograma. La voz de Bobby me hace tiritar, es patético su patetismo, haber sido lo más grande para ver que eres un fiel reflejo de lo más pequeño…Pero te dejas querer…y cada palabra que pronuncias me dan ganas de mirar al cielo, de pararme a pensar y pensar, de volver a alzar la vista bien alto…volver a mirar el mismo cielo, pero para no dejar nunca de mirarlo.
El guion es profundamente ingenioso, rostros, planos detalle, almas que se conocen, charlas, historias, y una cerveza…sólo eso…y nada más, porque en la vida lo valioso es lo más carente de valor, lo más importante es siempre lo más sencillo, lo que tienes frente a ti pero que no quieres ver. A medida que avanza el film la iluminación se torna más cálida, sobre todo en las noches de verano, esas en las que la luna atraviesa los huequecitos de las persianas y se teje madeja audiovisual con sutileza, con luz fina, muy fina…A ello sumamos la sinceridad del lenguaje técnico, la estructura argumental es exquisita, y la temática vuelve al punto de partida de la cinta…porque como decía Bobby en honor a Moliere: “Sólo morimos una vez, y durante tantísimo tiempo”. Lorreine permanece viva porque todos en aquel lugar quisieron amarla, y porque fue una persona que logró algo fundamental para ser única: ser cercana, muy cercana y no dejar de ser siempre ella misma. Pursy irá descomponiendo poco a poco esa idea equivocada de quien le amó más que a nada, y sobre “el árbol de la vida” (así lo llamaba la cantante) su cuerpo reposará exactamente en el mismo sitio donde lo hizo ella. Te das cuenta que a veces la ignorancia puede ser una gran virtud y que a veces el saber puede ser un terrible defecto que te aleja de lo auténtico. El respeto nace de dentro, no hay libro, no hay manual, no hay dogma ni refrán, ÉSE...es innato. Miro a Pursy, tan amargamente dulce, tan enfadada con el mundo por su desarraigo, dieciocho años, efervescente, y grita con el tono más suave y sincero que he oído jamás:”Quiero ser normal, pero la vida no me deja”. La seducción encarnada en una cara lavada, fresca, labios carnosos, mirada perdida, un vestido blanco, ajustado como esos recuerdos que le aprietan, que le ahogan el alma, y admiro a una joven que sólo necesita luchar desde el abandono. La cámara quieta, pausada, que contempla, que nos atrapa, y digo “nos” porque tú y yo somos parte de esta historia…de un amor que nace de un pacto. Esa Lolita que se interpone entre los adultos que no conocen de enamoramiento, camino de los cuarenta y se complementan sin deseo…Lawson respira por el diente de león, dorada niña de su creación.
Y nace la sorpresa de otra frase hecha, enunciada por uno de los grandes: “¿Por qué quedarse en la tierra salvo para crecer? Y Pursy crece a raíz de una canción, un regalo de su madre que pone punto y aparte en su camino: una nueva etapa fundamentada en el amor, el esfuerzo, el estudio y la responsabilidad. La segunda parte del film subraya la temática social y personal de nuestros protagonistas: la enfermedad, la juventud, la madurez, la fuerza de voluntad, la lucha por llegar a ser alguien, huir del fracaso, aprender de los errores ajenos, creer en uno mismo, alimentarse de palabras hasta romper en mil pedazos la razón, aprender cada día y acercarse al saber, a la cultura…
Cara a cara, el mar de fondo, sonido externo, fuera de campo, y una mesa de ajedrez, pequeñita, en el centro de dos hombres que desbordan amistad a fuego lento, y las verdades se mueven a la velocidad de las fichas, de las jugadas, pausadas y cercanas, ¿acabará Lawson su libro? La película está conducida por una voz en off que cala hondo, necesaria, reconfortante, porque te da esperanzas, porque te acompaña hasta el clímax. Y las estaciones pasan como los recuerdos de Pursy, la cámara en la intimidad de un sofá, frente a sus ojos, confiesa cómo se inventaba los recuerdos de su propia madre con tal de mantenerla viva en su cabeza, en su corazón…Y de nuevo Bobby en escena arranca con fuerza palabras de autores, se trata de ser todo, menos ser quien de verdad eres…los mejores amigos, casi como padre e hijo se echan en cara lo que encerraba su alma desde hace más de nueve años, cuando un pobre niño dejó de ser niño, amistad que llega a transmitir agobio y dependencia, entre lágrimas podemos ser más hirientes, pero el dolor no debe faltar nunca, eso es por lo menos lo que he aprendido con esta película. El dolor nos despierta, nos hace valorar lo que somos y a quien tenemos a nuestro lado, sin dolor no existe lucha y sin lucha no hay metas que alcanzar, vives pero sin saber qué es la vida. Y llueve sobre mojado mientras la profundidad de campo en la calle denota oscuridad, versus el calor de la chimenea que ilumina dos cuerpos abrazados, pero simplemente porque tienen frio. Un libro que se quema porque hasta que ella apareció nada tenía sentido, no existía el principio ni el final. Este es el momento más hermoso, cuando la cámara se encierra en ellos dos seguido de planos sucesivos en sus rostros, sus voces, sus verdades, a flor de piel, y respetados por el silencio, ella le da paso él, y ella también necesita hablar, desnudarse por dentro…el objetivo concluye con un primerísimo primer plano…y no puedo seguir escribiendo…Tan sólo puedo decir que cada invierno en Nueva Orleans pudo quedar en el olvido, para que en una vieja casa naciera una primavera distinta, con ventanas verdes como la hierba, y paredes azules como el cielo. Una nueva etapa repleta de obsesión, amor y pasión, porque para Bobby Long, y para muchos amantes de nuestra vida, cada día puede ser el último…
Un día de estos…cuando hagas limpia de alguna vieja caja, un olvidado cajón, o del maravilloso baúl de los recuerdos, te acordarás de esta película, de cómo Pursy Will, con dieciocho años, descubrió a su padre y a su madre en una simple partitura. Y sólo tendrás ganas de llorar, llorar, llorar…porque sabes que jamás volverás a estar solo, porque habrá alguien que dará forma a tus recuerdos y pintará el pasado con un te quiero, con un abrazo, con una palabra…o por qué no…con una CANCIÓN…
Yesterday I had a dream; I can fly through the sky….
Marta Edo Lorrio

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